viernes, 20 de abril de 2007

(sucre, viernes 20 de abril, 9:20 pm)
. . . . .
Blanca la ciudad,como un pozo de luz en el crepúsculo,brilla y late sin escalofríos.
Así, mi espíritu, desembarazado de la espera cruel y amorfa, sin cargar la cruz que duele en sus espinas,en grácil danza de brisa sin narcóticos ni retornos...así,digo,mi espíritu de ameba transita sin pensar en los misterios ni en los planetas de colores pardos, ni en los deseos ya no deseados en la torre desmoronada y polvorienta.
Y todo por la luz de la ciudad blanca de Sucre; por su tonta luz que me ha dejado mudo.

1 comentario:

una mun dijo...

La ciudad que me toca pervivir
es una gran mancha de arena blanca que nace pero no acaba en el horizonte,
que ciega con la luz parda de sus entrañas
y sus piedras que duelen como duele el nacer,
como caer los pies al mundo en tosca danza.
Agrede y polvorea y desmorona el viento de esta ciudad, que como todo lo terrible
tiene nombre propio.
De cara a su soplo insaciable cierro los ojos, lo mastico como un insulto no proferido y
me refugio en la brisa de un recuerdo,
de un nombre que suena azucarado,
un nombre repetido en mí
con tantas caras.

Evoco su sonrisa de esta tarde
y se hace gema preciosa la hora del retorno de sus manos,
de sus manos transitadas por siglos, que con mi amorfa sustancia
moldearán palabras como latentes torres.

Mientras
los deseos se hacen tangibles como el viento, como las piedras, como la tonta luz de esta ciudad,
en la que prefiero andar muda
para que no me robe mis nombres.