jueves, 2 de agosto de 2007


(mar del plata,restaurant del club de pescadores, jueves 2 de agosto,4.56 pm)

Tres gaviotas (continúo el conteo de pájaros) y un surfista en el mar que lo rechaza como un escupitajo.El Eternauta abierto junto a la taza de café vacía:"...porque eso es lo que hago siempre,buscar,buscar,buscar..."
Terremotos en las líneas de las palmas de mis manos.Pluralidad ignota que suda en síntomas de edén perdido o apenas rozado casi por una leve irregularidad del tiempo.
Y el mar ahí,misterioso monstruo,ajeno, suyo propio,como un templo infinito negado a todo mortal.
¡El horizonte es una línea tan larga!
Tengo miedo del espacio vacío que me nutre, que me habita.Justificaciones frágiles y efímeras.Viento inordenado en las catacumbas construídas desde siglos dentro mío.
Soy...preguntas, atrapadas en la fina tela de la araña blanca.
La espuma sobre el agua no tiene explicaciones.Viene y va en su rotundo repertorio que ficcionaliza la mutabilidad.Tal cual la nada.
Nadaré en la nada otro nuevo breve instante.
Ya vuelvo.
(mar del plata,playa grande, jueves 2 de agosto,2:21 pm)

Tres gorriones sobre el escalón, una gaviota gris con el pecho negro,otro pájaro en la rama del arbusto esquelético de al lado, la inmensidad verdosa del inquieto océano que miro y brama, el cielo nunca menos azul que hoy, y yo.
Pienso en qué pensar e invento pequeñitos instantes de un film donde alguien cae al agua helada y otro corre, corre sin gritar con la respiración agitada y su corbata negra es como una serpiente dormida enroscada en su cuello blanco, y corre porque el miedo lo hace correr y no piensa en nada, sólo en correr, y corre y corre por entre peñascos, escaleras, y las uñas de sus dedos se clavan con odio o desesperación en la superficie musgosa que cubre a alguna piedra enorme , y el viento le quema los pómulos y su agitación veloz le raspa dentro del pecho, los pulmones sufren un dolor agudo, y sus ojos se llenan de lágrimas que no caen pero que le nublan la visión,y corre y corre.Mientras,el otro cuerpo es arrastrado en un vaivén siniestro por las desagarrantes ondas del mar.Sus labios ya morados y la ropa como una vieja piel elastizada cubriendo el esplendor mojado de su muerte.
Sin embargo,este pensamiento,el pensar en esta escena fortuita,no me satisface del todo. Espero una señal auténtica y consumada que no provendrá de la naturaleza; y como no llega, pues me entretengo en orfandades de imágenes siempre recurrentes:el mar, dos personas, una que muere, la otra no.
Un barco a lo lejos está quieto desde hace siglos, creo yo,como una piedra.
(mar del plata, jueves 2 de agosto,1:50 am)

En mis mapas un plano cuadriculado como ortopédica forma de una geografía en simulación de papel.Geométrico paisaje atribulado en escalas.
¿Qué calle pendular me llevará hacia el fondo prfundo del mar donde tiburones juegan a la guerra de dientes ensangrentados?
¡Y el crepúsculo del este no tiene montañas para olvidar la inmediatez del día!
Soporífero letargo de las crujientes olas que no dejan rastros del amor preconcebido en éstas playas secas de verdad.
La verdad, asomando la nariz detrás de los postigos de departamentos vacíos, mudos,hasta la próxima temporada de idilios febriles y la brutal cosmogonía de lo chato que hiede de las muchedumbres.
Solo estoy en el mundo, y el borde del mar ahí como un misterio de barcos que nunca llegan o que se hunden para siempre sin dejar vestigios.
Precipicio de amor en el espejo empañado.
¡No creerás en milagros!
No.
Tus ojos de luz como un faro desde el fin del mundo duermen esta noche sin soñarme apenas.
Yo suelo pensar los sueños, equivocadamente; como si fueran certezas.