domingo, 7 de octubre de 2007

(buenos aires, domingo 7 de octubre, 9.53 pm)

Desde el desierto indómito que abandoné de espanto, la espiritualidad bipolar en estallidos de la loca me envía mensajes siderales: perdonándome, condenándome, acariciándome, asesinándome...
Estoy cansado, fatigado del cansancio de los días y las numeralidades que todo lo quieren interferir.
En mi fabricado y transitorio útero de cemento me desmayo de la luz y todas las visiones se amontonan y me saludan ,versátiles y eróticas ,con besos de ocre concurso de belleza:¿cuál de todas las imágenes cosechadas en el día será la reina esta noche?
Ayer soñé que se me caía un diente; después, no sé precisar si al mismo tiempo o un día posterior, que algo me cortaba la mitad del pie izquierdo, desparramando los dedos en medio de una masa viscosa de sangre y tierra que no me provocaba dolor alguno.
Los sueños, si son premonitorios o al menos como conchas que ocultan celosamente la perla del inconsciente,digo, los sueños, éstos sueños, ¿querrán decirme que estoy mutilándome , metamorfoseándome para dar paso a otro tipo de pájaro menos siniestro y menos emocional?
Desconfío plenamente de cada mirada que se me regala sin oferta-demanda.
¡Todo es negocio!
Yo negocié la muerte del amor por el vacío.
No sé si gané o perdí (ya no tiene la menor importancia esa clarividencia); sólo sé que la tranquilidad por momentos me parece una ficción teatralizada en un sótano del fin del mundo.
Aplaudo mi actuación rabiosamente hasta quedarme dormido, quieto como un muerto que respira la esencialidad de lo sutil.

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