martes, 2 de octubre de 2007

(buenos aires, martes 2 de octubre, 3:44 am)

Hoy todo el día transcurrió bajo la lluvia.
Cada cosa que miro trato, me esfuerzo por tratar que me genere una imagen disparadora de sentimientos.
Hay veces , me digo para conformarme,en que un hombre puede transcurrir toda una larga jornada sin lograr que una mínima sensación sea certeramente, gratificantemente creativa.
Entonces, como recompensa (pues no quiero en mi vocabulario ya la palabra castigo) un nadismo descomunal lo aprieta y hasta pareciera ejecutarlo letalmente tras un vacuo mecanismo de protección.
Sin embargo, la lluvia ha caído y cae persistentemente sobre lo que suelo llamar "las techumbres del mundo". Eso es algo.
En mi habitación un vino suave y color rubí ha paladeado mi boca. Lo que me llevó a comprar otra botella pues las noches se me tornan insoportables e inverosímiles sin mi ritual copa colmada y mis papeles revueltos sobre la mesa y la cama, como si un viento en verdad antojadizamente juguetón, nada macabro,lo revolviera todo y sin sentido aparente.Y es precisamente ese vago perfume del sinsentido lo que me deja perplejo y mudo ante el papel.
Pareciera que en ésta noche sólo yo habitara la inconmesurable territorialidad del mundo y de sus gasas negras.
Y nada siento, excepto un agudo dolor en mi espalda y un lacrimógeno destello de transcurrir en mis pupilas que no han mirado fijamente a otros ojos desde el principio de los tiempos,

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