jueves, 20 de septiembre de 2007

(buenos aires, bar británico, jueves 20 de setiembre, 10:38 pm)

Una pequeña barca azotada por las tumultuosas olas de un mar polar;un famélico y solitario lobo con la cuenca de sus ojos henchidas de un amarillo pús donde incuba un hambre voraz en la espesura negra de un bosque;un reloj, o todos los relojes del mundo, que son un mismo reloj inútil,que marca un segundo a destiempo del resto.
Cada cosa es única, dicen, en el macrocosmos externo que transitamos , y en el microcosmos que habitamos con piel de nylon ; cabelleras tupidas en forma de trompas de elefante o de movedizas culebras venenosas.
Mientras tanto, mientras todo transcurre y los pies borran toda huella antecesora en los escalones de los subtes y de las avenidas, la pena,esa perra vieja desdentada y con los pechos pellejudos al aire, escandalosos e ignorados por quienes no los miran, predica como una sordomuda evangelista en cada esquina, y recoje semillas de naranjas secas,latitas vacías de picadillo,pañuelos descartables arrugados, colillas de cigarrillos, piel de cebolla podrida.
Hay hambre de encuentro, pero el espejo no sera el beneficiario que la sacie.

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