jueves, 11 de octubre de 2007

(buenos aires, jueves 11 de octubre,1:30 pm)

En esa esquina un árbol de grueso tronco se yergue como una mano gigante y áspera,como si saliera desde lo profundo de la tierra adoquinada y alargara sus dedos artríticos en contorsión insonora, denotando en ese gesto una pálida asfixia,angustia de estar enterrado vivo ;ser catatónico que suplica levedad,compasión y clemencia.
Pero,¿es que nadie lo oye? ¿Nadie se digna detener su miope mirada transeúnte sobre sus rodillas inflamadas?¿Nadie nota su agonía inmensa?¿Ni siquiera el coro de pájaros pequeños y pulgosos que lo animan alcanzan a interesar en su griterío a los que pasan?
No.
Nada tan sublime e ínfimo conmueve a nadie.Sólo yo estoy contemplándolo(¡yo que de sublime no tengo nada!),y sin presunciones vanas,puedo atestiguar que escucho el maravilloso resplandor del crujido de su sabia hinchada recorriendo sus vegetales venas.
¡Con qué ternura abrazaría tu añoso cuerpo si no me sintiera tan infecto y nulo!
¡Oh escultura de horror vegetal en gritos neutros!
Tal vez mi corazón esté mirando cada cosa como en una especie de ultimatum;digo,como presagiando un fin que ,si bien no mío en exclusividad,de otro más ameno e importante para la vida.Ese impávido árbol abandonado en medio del cemento gris por ejemplo.
Hay un silencio tan ancho en mi alma.Me detengo,me concentro con toda la capacidad de que soy posible proveerme a esta hora del día y dirijo toda mi ancestral red de esquemas auditivos hacia mi interior.
Soy...inmenso.De pronto lo comprendo en total magnitud.Inmensamente interno.Mas ,nada escucho, nada logro percibir desde este estado consciente y de vigilia. Tal vez soñar ayudaría,pero mis ojos aquí abiertos como deltas que se funden con el mar.
Mi alma en penumbra quieta calla,muda como piedra,los mecanismos que usa para no explotar.
El bolero en la estación de servicio donde me detengo a encender mi Parliament dice:
"Alma mía,sola,siempre sola,
sin que nadie comprenda tu sufrimiento,
tu amargo padecer;
fingiendo una existencia plena
de dicha y de placer"
Y el conductor sexagenario de un Volswagen negro vidrios poralizados baja la ventanilla y mirándose la calvicie manchada en el espejo retrovisor continúa:
"Si yo encontrara un alma como la mía
cuántas cosas secretas le contaría,
un alma que al besar todo lo diera
y me lo dijera todo con la mirada"

Un ejército de hormigas perforando el centro mismo del planeta para incubar en sombras su roja prole preciada no harían tanto ruido como éste bestial silencio que me sostiene con la punta de sus dedos,suspendiéndome,sádico,sobre el abismo que, como todo abismo sólo es un abajo sin final.

No hay comentarios: