lunes, 29 de octubre de 2007

(buenos aires, lunes 29 de octubre, 2:23 am)

Hay un instante en el que todas las palabras del mundo se unen y son la misma palabra.Unicidad compacta que se reduce a un simple y vulgar conglomerado de sonidos vacíos.No es silencio, no; sólo vacío.Ecos de la nada.Torre de Babel en taquicardia llana.
Y en un pensamiento aislado,la infinitud puede reducirse a una microscópica partícula del tamaño de un grano de arena sobre la superficie de una playa extensa.
¡Reducción: anhelo y conformidad de los dioses!
En este instante quisiera no existir ; vomitar en coágulos de negra sangre pegajosa esta multitud de sombras ambivalentes que denotan los rasgos verticales del perfil de una existencia.
Yo no hablo de morir o de no vivir. Digo, pienso,la posibilidad, la remota y esencial posibilidad de no existir en los planos numéricos y metafóricos con que se han construído estas coordenadas de la naturaleza y el cosmos sutil, impenetrable al entendimiento humano.
No ser, para no pensar, para no sentir, para no vivir, para no morir.

1 comentario:

una mun dijo...

...Y yo, que odio la vida con nitidez, temo a la muerte con fascinación. Tengo miedo de esa nada que puede ser otra cosa, y tengo miedo de esa misma nada como si ella pudiera ser, simultáneamente, nada y otra cosa cualquiera, como si en ella pudieran conjugarse lo nulo y lo horrible, como si en el cajón donde habrán de meterme, encerrasen la respiración eterna de un alma corporal, como si allí triturasen, mediante clausura, lo inmortal. La idea de infierno, que solo un alma satánica pudo haber concebido, me parece que deriva de una confusión de esta clase –ser la mezcla de dos miedos diferentes, que se contradicen e instilan uno al otro. (Pessoa)